Antigua Roma designa a una
comunidad agricultural fundada alrededor del siglo VIII a. C. que se expandió
desde la ciudad de Roma y creció durante siglos hasta convertirse en un
imperio, que en su época de apogeo, llegó a abarcar desde Gran Bretaña al
desierto del Sahara y desde la Península Ibérica al Éufrates, provocando un
importante florecimiento cultural en cada lugar en el que gobernó. En un
principio, tras su fundación (según la tradición en 753 a. C.) Roma fue una
monarquía etrusca. Más tarde (509 a. C.) fue una república romana latina, y en
27 a. C. se convirtió en un imperio.
Al período de mayor esplendor se
le conoce como Paz romana, debido al relativo estado de armonía que prevaleció
en las regiones que estaban bajo el dominio romano. César Augusto cerró las
puertas del templo de Jano, que permanecían abiertas en periodos de guerra, cuando
creyó haber vencido a cántabros y astures en el año 24 a. C. Se suele aceptar
como fecha de inicio de la paz romana el 29 a. C., cuando Augusto declara el
fin de las guerras civiles, y su duración hasta la muerte de Marco Aurelio (año
180).
Con el emperador Diocleciano se
reorganizó el Imperio, pero tras Constantino I el Grande no volvió a estar
unificado puesto que Teodosio I el Grande lo dividió entre sus dos hijos,
Arcadio y Flavio Honorio, adjudicándoles a uno el Imperio bizantino —con sede
en Constantinopla— y al otro el Imperio romano de Occidente. Las invasiones
bárbaras pondrán fin al Imperio Occidental en 476, dando paso a la Edad Media.
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